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CURSO TEÓRICO
DE
PILOTO DE PLANEADOR
8ª Sección: RESPONSABILIDAD DEL REMOLCADOR, MARGENES DE UTILIZACIÓN
Y MANIOBRA DE PLANEADORES Y REMOLQUE SIMPLE
La responsabilidad del piloto
remolcador es fundamental para que la actividad de vuelo se lleve a cabo con seguridad y
éxito. Es el responsable directo de la forma que se realiza el remolque, por lo que será
preciso que viva el problema del piloto de planeador, siendo conveniente que
posea la licencia de esta especialidad.
Durante la actividad de vuelo,
recibirá las instrucciones que correspondan al desarrollo de los temas del día, del
instructor, debiendo acatarlas estrictamente.
Recalcar la Responsabilidad
que tiene el piloto remolcador seria tarea larga, por lo tanto el factor primordial a
tener en cuenta para su evaluación es el criterio
que emplee para resolver los problemas que se le presenten en su actividad. Su
apreciación correcta de una emergencia y el agotamiento de todos los recursos para
subsanarla deben ser su preocupación constante, es decir, que antes de desprender el
planeador extremará todas las medidas posibles para ubicarlo en posición que le permita
el aterrizaje en el aeródromo o en un terreno apto para ese fin. En todo momento se
limitará a su tarea. Si por cualquier circunstancia la posición del planeador es
incorrecta o advierte alguna anormalidad previa al despegue, hará las indicaciones
correspondientes y/o suspenderá el mismo.
Es necesario que tenga un conocimiento exacto del avión
que utiliza, como asimismo de sus márgenes de operación. Conocerá perfectamente la
relación peso-potencia que debe existir entre avión y planeador para que la misma sea
segura.
Los aviones remolcadores deberán tener como cualidad
fundamental gran capacidad ascensional y aptitud para vuelo lento, a fin de adecuarse a la
velocidad de crucero de los planeadores. La potencia ideal está entre los 180 y 450 HP.
Su régimen de ascenso será entre 2 y 4,5 metros por segundo con una velocidad de 120
km/h. Además de lo expresado es condición imprescindible que la visibilidad en todas
direcciones sea buena, con el objeto de observar al planeador remolcado -ya sea dándose
vuelta o por medio del espejo retrovisor- y a cualquier otro tráfico existente en la
zona. Otra de las responsabilidades del remolcador es asegurarse que podrá desprender
normalmente la soga desde la cabina.
Si no contara con un ayudante capacitado, él mismo
descenderá de su máquina y conectará la línea. Sin embargo, en ningún caso
abandonará la cabina de su avión con el motor en marcha. Estará familiarizado con todas
las señales establecidas, tanto en tierra como en vuelo.
Conocerá la velocidad de remolque en ascenso del
planeador, la zona de vuelo, la altura de desprendimiento y los procedimientos de
emergencia. La velocidad de remolque será elegida cuidadosamente para evitar la máxima
establecida, manteniendo sin embargo un margen seguro sobre la de pérdida de
sustentación del avión de remolque. Asimismo, esta velocidad nunca será inferior a la
mínima necesaria para una correcta refrigeración del motor. La capacidad de mantener una
velocidad constante durante la operación será uno de los factores más importantes a
tener en cuenta para su habilitación.
El planeamiento cuidadoso del ascenso por parte del
remolcador podrá colocar al planeador en la posición más ventajosa para desprender,
teniendo en cuenta la zona de ascendentes y el régimen normal de descenso de éste,
mientras él regresa al circuito normal para arrojar la soga. Siempre que sea posible, el
ascenso posterior al despegue se realizará sobre una zona apta para aterrizajes de
emergencia, previendo casos de desprendimiento o roturas de la línea de remolque.
Si el planeador no desprendiera en el sitio convenido, el
remolcador estará justificado para señalarle que lo haga. No existe obligación de su
parte para buscar ascendentes fuera del lugar de corte convenido. (Fig. Nº 3 A).
Recién cuando esté seguro
que el planeador desprendió y no solamente cuando crea que lo ha hecho, el remolcador
descenderá girando en dirección opuesta al primero. (Fig. Nº 3
B).
Si por el contrario -creyendo
que éste libró-, iniciara una picada, el planeador podría sobrepasarlo ascendiendo
sobre su máquina. Esto es peligroso porque entonces perdería el contacto visual con el
avión y si -como es probable- cabreara, levantaría la cola del mismo haciéndole
imposible recuperar de la picada.
Si en esta situación ninguna
de las aeronaves pudiera desprender (el fuerte tirón hacia arriba causaría ese
resultado), la misma sería en extremo peligrosa. En algunos casos, cuando el planeador
cambia de posición alta a baja, es fácil que el remolcador tenga la impresión que el
primero ha desprendido.
Como medida de seguridad y
disciplina, el remolcador nunca, por ningún motivo, volará intencionalmente con la soga
prendida en las cercanías de un planeador en vuelo libre.
El patrón de tránsito se
determinará de antemano, normalizándose de acuerdo a las necesidades del aeródromo.
La soga se lanzará volando
contra el viento sobre el área predeterminada, a baja velocidad y a un ángulo de
descenso pronunciado en la faz final, desprendiéndola cuando su extremo inferior esté a
pocos metros del terreno. Arrastrarla ocasionará desgaste por abrasión, mientras que
lanzada de muy alto podrá arrollarse o anudarse. Sin embargo, la seguridad es lo primero
a considerar y la altura de lanzamiento siempre será suficiente para asegurar que no se
enganche en ningún obstáculo.
Durante estas operaciones el
piloto del avión estará permanentemente alerta para evitar aproximarse a cualquier otro
tráfico.
Es fácil olvidar lanzar la
soga, hacer una aproximación baja y engancharla en el alambrado perimetral o aterrizar
con ella prendida. Después que soltó, el piloto podrá ascender hasta la altura del
circuito o descender y aterrizar directamente (si la pista es lo suficientemente larga).
El lanzamiento no se hará nunca á menos de 150 metros (500 pies) de personas o cosas del
terreno. El personal de tierra procederá a su retiro inmediato y preparación para su
posterior empleo.
No está prohibido aterrizar
con la soga prendida siempre que:
1º)
Las obstrucciones se salven con una altura mayor que el largo de
ella, y
2º)
El terreno esté cubierto de césped.
Lanzarla sobre zonas pedregosas o
pistas pavimentadas es acelerar su desgaste.
Asimismo, no se intentará el
aterrizaje con la soga prendida en pistas de menos de 750 metros (2.500 pies) de largo.
La cantidad de remolques que
debe realizar un piloto sin descanso intermedio está limitada a diez.
Pasado ese número se originarán
descuidos, aburrimiento y la tarea se ejecutará con torpeza.
Tales condiciones pueden
ocasionar fácilmente un accidente.
El piloto remolcador debe tener
pleno conocimiento de las características de las aeronaves a remolcar. Considerando que
los planeadores, al igual que los aviones tienen una velocidad máxima y mínima de vuelo,
es su responsabilidad impedir que se alcancen los valores limites establecidos para cada
uno.
En vuelo remolcado los
esfuerzos estructurales son mucho mayores que durante el librado.
Otro factor a tener presente
son las limitaciones del fabricante para operación en aire turbulento. Estas
especificaciones son importantes y deben ser respetadas al máximo.
Un planeador en vuelo librado puede
ejecutar las mismas maniobras que realiza un avión, pero por la diferencia aerodinámica
y de peso que existe entre uno y otro, las velocidades y los radios de virajes serán
distintos para la ejecución de una misma maniobra.
Considerando que la soga
produce otra componente, a veces el planeador debe maniobrar en forma distinta.
Para evitar estas situaciones
el piloto del planeador debe estar atento a las maniobras que ejecuta el avión
remolcador. Este a su vez debe realizar los virajes en forma suave y progresiva, a fin de
facilitar su desempeño.
En los planeadores modernos
las posibilidades de operar en situaciones que podríamos denominar críticas, se
presentan generalmente en los despegues.
Posteriormente a la señal del
ayudante que está sosteniendo el ala del planeador y antes de iniciarlo, el remolcador
verificará que se han cumplido todas las operaciones y procedimientos previos, es decir:
1º) Que la soga esté correctamente
estirada.
2º) Que el planeador esté alineado
en la dirección de despegue.
3º) Que la pista esté libre de
obstáculos o personas tanto en el espacio existente entre ambas aeronaves como en el que
utilizará para despegar.
4º) Que no se aproxime para el
aterrizaje otro planeador o avión.
Entonces acelerará suavemente el
motor hasta lograr su máxima potencia, para despegar y comenzar el ascenso.
Una vez en el aire reducirá
las revoluciones a las que correspondan al régimen de ascenso, para tomar altura
constantemente evitando sobrepasar las velocidades máximas establecidas para el
planeador.
Igualmente evitará maniobras
bruscas, como virajes escarpados, ascensos y/o descensos demasiado pronunciados, etc., que
pueden conducir a un desprendimiento prematuro por parte del alumno o piloto.
Efectuado el desprendimiento,
después de cerciorarse mediante el espejo retrovisor, dándose vuelta, e incluso
sintiendo que el planeador quedó libre, iniciará el viraje de despeje a la
derecha, reduciendo la potencia al tiempo que entra en una suave picada para alejarse
rápidamente de la máquina liberada e ingresar luego al circuito de tránsito
reglamentario.
Durante estas maniobras será
en extremo precavido tratando de localizar a otras aeronaves que estén volando en la
zona, cediéndoles el espacio sin dejar de recordar que aún lleva la soga de remolque
prendida a su avión.
Se llama remolque simple cuando el
avión remolca un solo planeador. Es el más sencillo y durante el mismo el planeador
sigue la trayectoria del avión, volando un poco más alto que aquél. La posición ideal
varía de acuerdo al tipo de avión utilizado. No se debe volar muy arriba porque ello
impide que éste alcance la correcta velocidad ascensional. En caso contrario, muy abajo
entrará en la turbulencia de la hélice y de los vórtices marginales, situación que
puede llevar al planeador a una actitud anormal que provoque su pérdida de control.
El procedimiento para un
remolque simple es el siguiente: una vez seguro que se enganchó el planeador al avión,
mediante el uso de la radio, del espejo retrovisor, o simplemente dándose vuelta, su
piloto estirará la soga rodando lentamente para adoptar la correcta posición de
despegue; es decir, que el avión, además de enfrentar el viento, debe colocarse en la
prolongación del eje longitudinal de ambas aeronaves. Si al estirar la soga resultara
imposible lograr la posición correcta, se desprenderá la misma y se maniobrará hasta
conseguirla.
Se evitará el rodaje rápido aunque falte una
considerable distancia para estirar la soga, previniendo que pueda estar enganchada en
alguna rama u objeto, o trasmitir un fuerte tirón al planeador con las consecuencias
imaginables para el material y personal que esté preparando el despegue.Volver Arriba
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