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Club de Planeadores Los Caranchos

Aeródromo:  Ruta Provincial C-45  -  ALTA GRACIA  -  Departamento Santa María  -  Provincia de Córdoba  - República Argentina


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Teoría de Vuelo para Pilotos de Planeador

Stafford Allen

Capítulo I ] Capítulo II ] Capítulo III ] Capítulo IV ] [ Capítulo V ] Capítulo VI ] Capítulo VII ] Capítulo VIIIa ] Capítulo VIIIb ] Capítulo IX ] Capítulo X ]

Capítulo V

CONTROL Y ESTABILIDAD

 EFECTOS PRIMARIOS DE LOS CONTROLES

 No tiene importancia diseñar y construir el más eficiente y hermoso planeador a menos que demos al piloto un medio satisfactorio de controlar su vuelo. Si no se logra esto el aparato se convierte en una trampa mortal. No hace falta aclarar que ningún avión ni planeador puede obtener su certificado de aeronavegabilidad sino luego de que se han llevado a cabo las más exhaustivas pruebas para asegurar que su sistema de control es satisfactorio en todo sentido.

Todo aparato aéreo se desplaza en tres direcciones, por lo que debe estar equipado con tres controles. Hemos tocado este tema en el último capítulo cuando definimos los ejes transversal, longitudinal o de rolido y vertical o de guiñada pero ahora debemos investigarlos más profundamente. Tomaremos en primer lugar el plano sobre el cual se pica o cabrea la máquina, es decir, el eje transversal, desde que es el más simple de los tres. Sobre el borde posterior del estabilizador horizontal de un planeador hallamos una superficie movible denominada elevador. La misma se encuentra conectada a la palanca ubicada en la cabina por medio de cables o, en ocasiones, mediante barras, de tal manera que moviendo la palanca hacia atrás el elevador pivota hacia arriba, con lo que baja la cola del planeador y se eleva la nariz. En consecuencia, la velocidad disminuye. En forma similar, el movimiento de la palanca hacia adelante hace bajar la nariz del planeador e incrementa la velocidad. Hasta aquí vamos bien, pero para que el elevador pueda trabajar debe haber sobre el mismo una razonable corriente de aire. A altas velocidades el control del elevador de algunos planeadores se toma mucho más sensible que lo usual y un alumno, cuando hace su primer remolque por avión puede encontrar que su planeador tiene una sensibilidad extrema en el control de su elevador. Esto se debe a que tiene que ser remolcado a una velocidad considerablemente mayor que la velocidad normal de vuelo del planeador. En el otro extremo de la escala, a medida que la velocidad disminuye hasta cerca de la de pérdida, el piloto advertirá que el elevador está cada vez más flojo y, en definitiva, si entra en pérdida comprobará que la máquina no obedece a su elevador si trata de mantener la nariz arriba. A pesar de todos sus esfuerzos bajará la nariz para ganar más velocidad. Volveremos sobre este punto luego, cuando hagamos referencia a la pérdida y al tirabuzón.

El timón de dirección es una superficie movible conectada al borde posterior del empenaje vertical fijo. El piloto lo opera con los pies, mediante pedales y cables, de tal manera que cuando el pie izquierdo empuja hacia adelante el pedal correspondiente, el timón de dirección pivota hacia la izquierda, hace desplazar la cola hacia la derecha y, por lo tanto, la nariz se mueve hacia la izquierda. Cuando se presiona con el pie derecho tiene lugar la operación contraria. El control del timón de dirección se ve afectado por los mismos problemas que los elevadores desde el punto de vista del cambio de velocidad: es hipersensible a altas velocidades y se vuelve flojo cuando entramos en pérdida, pero si está correctamente diseñado siempre será efectivo, aun cuando la máquina esté en pérdida. Por lo tanto, en la pérdida el piloto puede tener que utilizar todo el recorrido del pedal para hacer girar la máquina. En tierra, durante el despegue o el aterrizaje, si el piloto necesita corregir la tendencia del planeador a salirse de la línea recta, seguramente tendrá que hacer amplios movimientos con los pedales debido a su baja velocidad.

El control en el eje del rolido se logra mediante los alerones. Estos son porciones del borde posterior de las alas que se encuentran abisagradas y conectadas a la palanca de tal manera que al moverla hacia la izquierda el alerón izquierdo pivota hacia arriba y el derecho hacia abajo. El resultado neto es un incremento de la sustentación en la punta del ala derecha y una disminución en la izquierda, de tal manera que el planeador roía hacia la izquierda. Si movemos la palanca hacia la derecha ocurre lo contrario. Realmente, es con los alerones que comenzamos a meternos en problemas. Por supuesto, son tanto más efectivos cuanto más rápido volamos, pero si lo hacemos lentamente se vuelven muy flojos y en la pérdida se niegan del todo a trabajar para hacer rolar la máquina. En casos excepcionales incluso pueden hacer rolar la máquina en dirección contraria cuando se usan violentamente en la pérdida. La razón de esto no es muy obvia, pero puede advertirse si consideramos lo que le ocurre a las puntas de las alas cuando el planeador entra en pérdida. Si bajamos un alerón incrementamos -en efecto- la curvatura del perfil en la punta del ala, con lo que aumenta su ángulo de ataque efectivo. Esto da como resultado un incremento de la sustentación y una disminución similar en la punta de la otra ala cuando el alerón se mueve hacia arriba, pero esto sólo ocurre si el ángulo de ataque es menor que el ángulo de pérdida. Si el planeador entra en pérdida sabemos que un incremento del ángulo no da como resultado un incremento de la sustentación sino más bien una disminución, de tal manera que los alerones pueden hacer rolar la máquina en sentido erróneo. Cerca de la velocidad de pérdida -digamos 3 kilómetros por hora antes-, el planeador se encontrará volando muy cerca del ángulo de ataque de pérdida y si observamos la curva de sustentación (Fig. 2) es obvio que un pequeño incremento o disminución del ángulo de ataque de las puntas de las alas sólo tiene un ligero efecto en la sustentación, a lo cual se debe la falta de efectividad de los alerones cuando nos aproximamos a la pérdida. Para llevar al mínimo estos efectos algunas alas de planeadores tienen cierto alabeo en las puntas. El alabeo significa que el ala está diseñada con una ligera torsión, de tal manera que el ángulo de ataque es menor en las puntas que en la sección central del ala. Por este medio el diseñador logra que la sección central del ala se encuentre en pérdida antes que las puntas, de tal manera que los alerones aun serán efectivos cuando el planeador entra en pérdida. La efectividad de este dispositivo varía según las distintas máquinas y en las mejores es sólo un paliativo; la enfermedad aun está allí.

EFECTOS SECUNDARIOS DE LOS CONTROLES

El uso del elevador en un planeador no tiene efecto sobre la máquina en el eje de rolido ni sobre el eje de guiñada. Hace que la máquina pique o cabree, y nada mas.

Sin embargo, cuando usamos los alerones o los pedales durante el vuelo encontramos que cada uno de ellos tiene un efecto en el plano del otro. Esto se conoce como efecto secundario.

Tomemos en primer lugar los alerones. Imaginemos un planeador en vuelo recto al que el piloto decide inclinar hacia la izquierda. Mueve su palanca hacia la izquierda, el alerón izquierdo se eleva y el derecho baja. Esto da como resultado un incremento de la sustentación en la punta del ala derecha y una disminución de la sustentación en la izquierda, de tal manera que la máquina rola hacia la izquierda. Pero esto es sólo la mitad de la historia. Cuando bajamos el alerón derecho hemos incrementado, en efecto, el ángulo de ataque y ahora sabemos que un incremento del ángulo de ataque significa un incremento de la resistencia. Lo contrario ocurre en la punta del ala izquierda y allí habrá una disminución de la resistencia. El resultado de estas resistencias diferentes en las puntas de las alas es que la máquina rota hacia la derecha. Esto es muy molesto porque la rotación tiene lugar en dirección equivocada. Si comenzamos un viraje hacia la izquierda e inclinamos la máquina en ese sentido, no deseamos que la nariz de nuestro planeador gire hacia la derecha. La cura para esto -si es que podemos llamarle cura- es prevenir que la nariz rote mediante el uso de los pedales, en este caso hacia la izquierda.Por lo tanto, en resumen, al provocar un rolido tenemos como resultado una rotación en sentido opuesto. Este efecto secundario de los alerones se llama resistencia de los alerones. Se torna cada vez peor cuanto más despacio volamos, principalmente porque a bajas velocidades se requiere mayor movimiento de los alerones para hacer rolar el planeador. Se llega al peor momento en la pérdida cuando el efecto primario de los alerones (el que provoca el rolido del planeador) se encuentra reducido al mínimo y para hacer las cosas más penosas, el timón de dirección se encuentra en el momento más débil. Investigaremos esta situación en forma más detallada cuando examinemos el tirabuzón.

Ahora veamos el timón de dirección. Si cuando se encuentra volando en línea recta el piloto de un planeador presiona el pedal derecho, el timón de dirección hará que la nariz de la máquina gire hacia la derecha pero, al ocurrir esto la punta del ala izquierda sufrirá una aceleración y la punta del ala derecha una desaceleración. El resultado de esto es un incremento de la sustentación en la punta del ala izquierda y una disminución en la derecha, provocando una tendencia a rolar hacia la derecha. Por lo tanto, mientras el efecto primario del timón de dirección es producir una guiñada, el efecto secundario da como resultado una tendencia a rolar en la misma dirección. Este efecto de rolido en cualquier circunstancia actúa en la dirección correcta, que es lo más que se puede pedir, de tal manera que en general el efecto secundario del timón de dirección no constituye un problema. Después de todo, si aplicamos pedal izquierdo no es un mal efecto que la máquina trate de inclinarse también hacia la izquierda. La cuestión es que en la pérdida el efecto secundario se hace muy intenso y el uso del timón de dirección puede dar lugar al comienzo de un tirabuzón. La razón de esto es que durante o cerca de la pérdida la sustentación en las puntas de las alas está muy alterada por cambios de velocidad comparativamente pequeños. Discutiremos nuevamente este problema con mayor detalle cuando examinemos el tirabuzón.

Estos dos efectos secundarios de los alerones y timón de dirección son mucho más pronunciado en nuestros planeadores que en un avión a motor. La razón principal es que los planeadores generalmente tienen una gran envergadura en relación a la superficie alar; en una palabra, un gran alargamiento. El alargamiento se define como la relación envergadura / cuerda o, en el caso de las alas ahusadas, en las cuales la cuerda varía, (envergadura)2 / superficie alar. Si tenemos una gran envergadura resulta claro que cualquier diferencia de resistencia en los alerones tendrá un efecto y una guiñada mucho mayor que si la envergadura fuera pequeña. En forma similar, si hacemos rotar el planeador con el timón de dirección, la aceleración y desaceleración de las puntas de las alas es mucho mayor en una máquina de gran envergadura que en una de alas pequeñas.

¿Qué puede hacer el diseñador respecto a estos efectos secundarios? Como hemos visto, respecto del timón de dirección no vale la pena hacer nada, desde que el efecto de rolido en este caso no es algo perjudicial. Si el timón de dirección es bastante grande y fuerte como para trabajar razonablemente bien en la pérdida, nos dará un medio de controlar el rolido de nuestro planeador cuando en ese momento los alerones son virtualmente inútiles. Sin embargo, esta distinta resistencia de los alerones es una molestia y el diseñador inteligente hace todo lo que puede para reducirla al mínimo.

Figura 10

Un método muy común que se emplea en muchos planeadores es el de los alerones diferenciales. Por medio de este hábil dispositivo en los controles, el alerón que se eleva lo hace en mucha mayor medida que el que desciende. Este sistema indudablemente ayuda, pero no constituye una cura completa. Otro método que es muy popular en aviones con motor es el uso de los alerones Frise. En este caso los alerones tienen su abisagramiento desplazado hacia atrás y presentan un borde afilado en la parte inferior. El resultado es el que se indica en la figura 10. Cuando el alerón baja el borde afilado es protegido por la zona posterior del ala. Tiene lugar el habitual incremento de resistencia, por supuesto, pero en el otro lado el alerón que se eleva baja el borde afilado sobrepasando el ala y provoca una resistencia extra. Mediante un diseño cuidadosamente planeado esta resistencia extra puede regularse para que equilibre, aproximadamente, la resistencia en el alerón que desciende. Ahora podemos advertir la objeción que presenta este dispositivo para los planeadores: significa resistencia adicional y la resistencia es una de las cosas que debemos mantener a un mínimo si nuestro planeador ha de ser eficiente. A pesar de ello en algunos planeadores se encuentran modificaciones del principio del alerón Frise.

Ahora podemos ver claramente por qué en vuelo normal utilizamos los alerones y el timón de dirección conjuntamente. Tomemos, por ejemplo, un planeador que ejecuta un viraje a la derecha. El piloto mueve la palanca hacia la derecha y aplica la necesaria inclinación, pero al mismo tiempo debe aplicar timón de dirección para evitar que la nariz del planeador gire hacia la izquierda, debido al efecto secundario de los alerones. Cuando ha obtenido el ángulo de inclinación necesario y la máquina ha comenzado a virar, la punta del ala exterior estará desplazándose más rápido que la interior y, en consecuencia, producirá más sustentación. Para mantener constante la inclinación -que es la base de un buen viraje-, el piloto debe centrar los alerones y aun puede tener que aplicar palanca ligeramente hacia el otro lado para prevenir un incremento de la inclinación. Las resistencias de las puntas de las alas son aproximadamente iguales, por lo que el timón de dirección también debe centrarse. Esta última afirmación no es absolutamente exacta desde que la resistencia de la punta del ala exterior puede ser ligeramente mayor que la interior debido a su mayor velocidad. Por otro lado, al dar contraalerón, es decir, al llevar la palanca hacia el lado opuesto del viraje podemos estar incrementando la resistencia de la punta del ala interior para compensar esta situación.

No es posible ser dogmático a este respecto dado que los planeadores varían en esta materia. Lo fundamental es que el timón se centra -o casi se lleva a esa posición- en un viraje constante desde que, como hemos visto al principio, es la fuerza de sustentación y no el timón de dirección lo que obliga al planeador a desplazarse en círculo. Cuando el piloto quiere retomar el vuelo recto nivela las alas mediante un movimiento de palanca hacia la izquierda y, nuevamente, debe usar timón de dirección izquierdo para compensar el efecto de rotación producido por los alerones. Durante el viraje, por supuesto, el piloto debe utilizar el elevador para mantener la nariz en la misma posición relativa respecto al horizonte. El piloto que ha aprendido a realizar virajes en forma satisfactoria sabe que lo hace como lo hemos explicado pero puede que tenga una vaga idea de por qué lo hace así. Con todo lo dicho creemos haberle proporcionado algunas ideas sobre las cuales pensar.

Un último punto sobre el tema de los controles. Un planeador que sea realmente agradable de volar no sólo debe responder al movimiento de los controles con rapidez sino que debe exigir un esfuerzo razonable para ello y, más importante aun, el esfuerzo requerido para operar los tres controles debe ser similar. Cuando se cumplen estas condiciones decimos que los controles están bien armonizados. Sabemos que algunos tipos de planeadores son más fáciles de volar que otros y la falla por lo general reside en el hecho de que uno de los controles es mucho menos efectivo o parece necesitar mucho más esfuerzo para ser operado que los otros.

CONTROLES AUXILIARES

 El piloto de un planeador tiene una o dos palancas para hacer su tarea más simple (o más complicada, si usted lo prefiere). Seguramente dispondrá de un compensador. Se trata de una pequeña palanca, generalmente montada en un costado de la cabina, mediante cuyo uso el piloto puede hacer que la maquina vuele sola a cualquier velocidad. Esto constituye una gran ventaja cuando se realizan largos vuelos ya que el piloto puede evitarse parte de la fatiga que implica controlar continuamente la máquina y es de gran ayuda cuando se vuela a ciegas. El compensador además permite a pilotos de distintos pesos compensar los efectos de ligeras diferencias de posición del centro de gravedad. Sin un compensador el piloto pesado por lo general encontrará que debe aplicar una pequeña presión hacia atrás en la palanca para mantener la velocidad de óptimo planeo. Esto es debido al peso extra del piloto, lo cual da como resultado que el centro de gravedad se halle ligeramente desplazado hacia adelante, más de lo normal, con lo que el planeador adopta una tendencia a bajar la nariz. Estamos hablando, por supuesto, de un planeador común en el cual el piloto se sienta bien adelante en la cabina. Si la configuración del planeador es tal que el piloto se sienta detrás del centro de gravedad de la máquina, entonces el peso extra de un piloto producirá un efecto inverso, pero esto no es muy común.

La palanca del compensador actúa mediante cables sobre una pequeña superficie rectangular ubicada en la parte posterior del elevador, moviéndola hacia arriba o hacia abajo. Muchas personas se sienten desconcertadas por el hecho de que el compensador parece actuar al revés. Es decir, para bajar la nariz del planeador empujamos la palanca hacia adelante y el compensador se mueve hacia arriba y viceversa. A primera vista podría suponerse que llevando hacia arriba el compensador se haría bajar la cola y levantar en lugar de bajar la nariz. En realidad, el compensador no hace bajar la cola sino que actúa solamente sobre el elevador. Esto tiene el mismo efecto que llevar la palanca hacia adelante y bajar el elevador. Algunos viejos planeadores no tienen compensador y en otros puede hallarse una forma de este dispositivo consistente en nada más que un resorte o pedazo de cuerda elástica fijada a la palanca o al cable del elevador, cuya tensión puede ser ajustada en vuelo. Si bien este sistema trabaja adecuadamente, tiene el inconveniente de que interfiere de alguna manera con la sensibilidad del control del elevador.  Con el  verdadero compensador el piloto puede apreciar el efecto del aire sobre la superficie del elevador, mientras que de esta otra manera esa diferencia de sensación puede hallarse oculta por la presión del resorte. Una pequeñez, tal vez, pero sólo se consiguen controles realmente buenos prestando atención a una serie de pequeños detalles.

Otro control auxiliar que seguramente encontraremos en algunos altoveleros es una palanca ubicada a la izquierda de la cabina, parecida al acelerador de un avión. Esta corresponde a los spoilers o frenos y se ubica en el mismo lugar del acelerador de un avión porque sus funciones son similares. Trabaja en el mismo sentido, es decir, cuando la palanca se lleva adelante los spoilers o los frenos se encuentran cerrados, lo cual corresponde a dar motor; palanca atrás significa spoilers o frenos abiertos, es decir, cortar motor. Los spoilers no deben confundirse con los frenos, aunque su acción es muy similar y dado que los spoilers son mas simples los consideraremos primero.

Los spoilers son delgadas tiras de alrededor de un metro de largo y unos 7 centímetros de ancho. Están ubicados en la parte superior del ala, aproximadamente a la altura del mayor espesor de la sección. Cuando se hallan cerrados permanecen a nivel con la superficie del ala pero como están abisagrados en el borde delantero al presionar la palanca se levantan más o menos en forma perpendicular a la superficie del ala. Generalmente hay un spoiler en cada ala, dispuestos bien alejados del alerón, hacia el fuselaje, pero lo bastante distanciados de éste como para que su acción no interfiera con los planos de cola. Los spoilers fueron creados, en primer lugar, porque a medida que los diseñadores producían mejores planeadores, encontraban que era más y más difícil aterrizar con seguridad o hacer una aproximación justa. Un buen ángulo de planeo significa que un pequeño error de apreciación en el aterrizaje da como resultado el quedarse corto o irse largo y esto convierte el aterrizaje en un pequeño campo en algo muy difícil. Lo que querían los pilotos era algún dispositivo mediante el cual se pudiera disminuir el ángulo de planeo sin incrementar la velocidad y mediante los spoilers se conseguía exactamente esa finalidad. Cuando se levanta el spoiler éste destruye el flujo del aire sobre la parte superior del ala en la porción de la envergadura ocupada por el mismo. La sustentación sobre esta parte del ala es destruida (de aquí el nombre inglés: spoil = echar a perder, arruinar) y para mantener la sustentación total igual al peso, debe incrementarse el ángulo de ataque. Los spoilers producen un aumento considerable de la resistencia y el efecto neto es una disminución de la relación L/D o, lo que es lo mismo, se obtiene una trayectoria con más pendiente (es decir, una disminución de la relación de planeo). El piloto puede ajustar su ángulo de descenso con facilidad y el aterrizaje de precisión se transforma en algo relativamente simple.

Sin embargo, a medida que más y más pilotos comenzaron a volar en nube se advirtió la necesidad de disponer de algo mejor. Los spoilers proveen resistencia extra por lo que su efecto no es muy pronunciado a altas velocidades, y una de las dificultades del vuelo en nube es la de que, si el planeador baja la nariz inadvertidamente, puede llegarse a una velocidad muy alta en un momento. Lo que los pilotos querían ahora era una forma de producir una gran resistencia de tal manera que, no importa qué hiciera el planeador, no se pudiera exceder la velocidad límite de seguridad cuando el elemento que producía la resistencia estuviera en acción. Veremos cuál fue la respuesta a esta exigencia.

FRENOS AERODINÁMICOS

 Hay varios tipos de frenos pero el efecto de todos ellos es similar. Básicamente consisten en superficies planas similares a los spoilers, operadas en forma similar por una palanca. Cuando estas superficies se encuentran cerradas están ocultas o permanecen a nivel con la superficie del ala. Sin embargo, en el caso de los frenos por lo general se dispone de una placa arriba y otra debajo del ala, las cuales no se hallan abisagradas en su borde delantero sino que salen en forma perpendicular a la corriente de aire, bien separadas de las alas. El efecto a baja velocidad es muy similar al de los spoilers, pero los frenos generalmente producen un efecto mayor. A altas velocidades los frenos dan lugar a un gran incremento de la resistencia. Es este incremento lo que evita que el planeador exceda su máxima velocidad permitida. Los spoilers cuando se abren tienden a hacer que baje la nariz del aparato. Los frenos, desde que operan encima y debajo de las alas, generalmente producen una pequeña variación o ninguna en la posición del aparato. Algunos tipos de freno, sin embargo, tienden a abrirse por la succión durante el vuelo y en estos casos el control debe incluir algún tipo de traba cuando aquellos se hallan cerrados.

Spoilers y frenos no deben confundirse con flaps. Los flaps también se utilizan en algunos planeadores, aunque son casi universales en los aviones. Los flaps, aunque aumentan la resistencia, también incrementan la sustentación y permiten a la máquina volar más lentamente. Spoilers y frenos disminuyen la sustentación, mientras aumentan la resistencia y, por lo tanto, nuestro planeador tendrá una velocidad de pérdida mayor cuando aquellos estén en uso. Mucha gente no se da cuenta cabal de esta circunstancia y esta es, probablemente, la razón de algunos aterrizajes bruscos.

Los frenos -y también los spoilers- cuando se encuentran parcialmente sacados tienen otra propiedad valiosa. Cuando se utilizan para disminuir la velocidad en momentos en que el piloto se encuentra en dificultades temporarias dentro de una nube, generalmente producen un marcado incremento en la estabilidad transversal. Esto significa que el planeador volverá al vuelo nivelado si se lo deja librado a sí mismo.

ESTABILIDAD

Cuando decimos que algo es estable queremos significar que si su posición se modifica tenderá a volver a su estado original. La mejor analogía para esto, que ha sido usada muchas veces en otros libros, es la que darnos a continuación.

En la figura 11 a) vemos una bolita en equi­librio en la parte superior de una superficie curva. Si le imprimimos un pequeño mo­vimiento rodará fuera de la superficie, no importa cuán suave haya sido el impulso. La bolita es inestable porque cualquier perturbación destru­ye su estabilidad. En la figura 11 b) la bolita descansa en una superficie plana y en este caso un pequeño impulso simplemente hará que se mueva y quede en reposo otra vez en una posición distinta. No tratará de desplazarse mucho ni de volver a su posición original. Llamamos a esto estabilidad neutra. Pero en la figura 11 c) la bolita descansa en el fondo de un pocillo y si la empujamos volverá a su posición original. Llamamos a esto estabilidad positiva. La bolita segura­mente se desplazará hacia atrás y adelante varias veces antes de detenerse, pero esto no afecta el hecho de que trata de volver a su estado original.

Figura 11

La estabilidad positiva, o sea la capacidad de volver sin ninguna ayuda a una determinada situación de vuelo cuando se produce una perturbación, es una cualidad muy útil en un planeador. Un planeador inestable puede constituir una amenaza porque ello significa que si la nariz de la máquina cae por alguna razón, puede entrar en picada cada vez más rápido a menos que el piloto entre en acción con el control del elevador. Un planeador con estabilidad neutra es admisible, ya que esto significa que si el aparato es perturbado en su vuelo, continuará en el nuevo estado sin realizar ningún intento de corregirse a sí mismo, pero tampoco sin mostrar tendencia a empeorar la perturbación. Es decir, si la nariz del planeador baja por alguna razón, permanecerá en esa actitud. Un planeador positivamente estable, sin embargo, tratará de volver por su propia cuenta al estado de vuelo en que se encontraba. El vuelo a ciegas en nube se hace mucho más simple si el planeador tiene una buena estabilidad positiva desde que el piloto puede, en gran medida, permitir que la máquina vuele sola. Como todas las cosas, no se puede tener mucho de algo bueno y, como veremos, una excesiva estabilidad puede echar a perder otros aspectos buenos del diseño de un planeador.

Cuando nos referimos a los controles vimos que podíamos examinar los efectos del control del elevador separadamente, mientras que los efectos de alerones y timón de dirección se encontraban ligados entre sí. Exactamente lo mismo ocurre en lo relativo a la estabilidad. Una aeronave puede ser estable en cuanto a picar o cabrear, e inestable en cuanto a rolido, pero estable en guiñada, o puede tener alguna combinación de los tres. En la práctica no hay planeadores inestables porque nunca obtendrían el certificado de aeronavegabilidad, pero su estabilidad alrededor de uno de los tres ejes puede ser muy pequeña o aun neutra.

Podemos considerar la estabilidad respecto al eje transversal en forma separada; por lo tanto, vamos a referirnos a ella en primer lugar. Cuando investigamos las propiedades de los perfiles alares advertimos que el centro de presión -el punto donde se considera que actúa la sustentación- se desplaza bajo ciertas circunstancias. A ángulos de ataque comunes, es decir, los que corresponden al planeo normal, el centro de presión (CP) estará ubicado aproximadamente a un tercio de la cuerda, hacia atrás, a partir del borde de ataque del ala, el lugar, en realidad, donde el diseñador inteligente ha colocado el larguero principal que va desde la punta hasta el nacimiento o raíz del ala. Pero supóngase que, mientras nos hallamos planeando serenamente, algo produce una ligera elevación de la nariz de la máquina. El ángulo de ataque se incrementa, la sustentación crece y el planeador sufre una aceleración hacia arriba; pero esto no es todo. A medida que el ángulo de ataque aumenta, el centro de presión se desplaza hacia adelante ligeramente, de tal manera que si el planeador estaba en equilibrio antes de que la nariz se elevara, el pequeño movimiento hacia adelante del centro de presión y la fuerza de sustentación harán que la nariz tienda a elevarse aun más. Justamente lo contrario tiene lugar si algo hace que la nariz descienda. Por lo tanto, un ala por sí misma es inestable con relación al eje transversal y para hacerla estable debemos utilizar otros medios. El más fácil consiste en disponer las superficies de cola al final de un fuselaje razonablemente largo.

Veamos nuevamente por un momento la figura 8. Desde que L, D y W están en equilibrio y todas ellas se encuentran en un punto, el planeador está en equilibrio y permanecerá en ese estado tanto tiempo como no haya nada que lo perturbe. Pero, como hemos dicho antes, esta es una situación ideal y raramente tiene lugar en la práctica. Por lo general, la sustentación L y el peso W no tienen el mismo punto de aplicación y si así ocurre, entonces la sustentación debería estar o bien delante o bien detrás del peso W. Supóngase que la sustentación actúa delante del peso. Entonces el planeador tendrá tendencia a elevar la nariz y si queremos mantener el equilibrio deberemos disponer las cosa de tal manera como para que haya un empuje hacia arriba en la cola para lograr el equilibrio. En forma similar, si la sustentación está ubicada detrás del peso necesita­remos un empuje hacia abajo en la cola para equilibrar el planeador.

Figura 12

La figura 12 muestra estos dos casos. Ahora, en ambas situaciones el planeador puede estar en equilibrio siempre que este empuje sobre la cola sea el exactamente requerido, pero esto solo no asegura que la máquina sea estable en el eje transversal. Recuérdese que para la estabilidad el planeador debe retornar o, en cualquier circunstancia, tratar de retornar, al estado de vuelo en que se encontraba antes de ser modificado. Sabemos que si se incrementa el ángulo de ataque el centro de presión se desplazará hacia adelante (hasta la pérdida, cuando vuelve atrás nuevamente) y esto tiende a elevar la nariz e incrementar el ángulo de ataque aun más. Sin embargo, si el cambio en la presión de la cola debido al incremento del ángulo de ataque contrapesa esta tendencia, el planeador tratará de bajar su nariz otra vez hacia su posición original. En el caso de la figura 12 a) esto puede significar un incremento de la presión hacia arriba en la cola y en el caso b) una disminución de la presión hacia abajo o bien una presión hacia arriba. Como ejemplo, supongamos que un planeador está volando en equilibrio con sus alas a un ángulo de ataque de 6º y su cola a 2º. Esto significa que hay una presión hacia arriba en la cola. Una ráfaga incrementa momentáneamente el ángulo de ataque en 2º. El ángulo de ataque del ala es ahora de 8º y hay un incremento de la sustentación de 8/6, o 1,3 de su valor anterior. El ángulo de ataque de la cola, sin embargo, se ha incrementado de 2º a 4º, es decir, su presión hacia arriba es doble. Esto produce una fuerte tendencia a bajar la nariz, lo que hace volver el ángulo de ataque de las alas al valor original de 6º.

En el caso de algunas perturbaciones que hagan disminuir el ángulo de ataque haciendo bajar la nariz, la presión en la cola se alterará en sentido contrario. Los factores que puede emplear el diseñador para obtener el grado exacto de estabilidad que desea son: la superficie del empenaje horizontal, su distancia respecto al centro de gravedad, su perfil alar y el ángulo a que está dispuesto respecto al fuselaje. Con relación a este último punto lo que interesa al diseñador es el ángulo de ataque real, el cual no será el ángulo a que parece estar ubicado, ya que la superficie de cola trabaja en una corriente descendente detrás del ala. Para ser exactos, el ángulo de ataque del plano de cola sólo afecta la  precisión del vuelo pero no la estabilidad.

Figura 13

Un planeador estable respecto al eje transversal puede, en realidad, comportarse en una de las siguientes cuatro formas. Puede volver rápida y suavemente a su actitud primitiva; no se encuentra a menudo en la práctica, pero es una deliciosa cualidad. Algunos planeadores se aproximan a este ideal cuando se vuelan con los frenos afuera. Esto se muestra en la figura 13 a). El resultado más común cuando se produce una perturbación respecto al plano transversal es que el planeador se excede en la corrección (exactamente como usted lo hacía en los primeros vuelos) pero después de unas pocas oscilaciones, reasume el planeo normal (fig. 13 b). Puede que comience a oscilar hacia arriba y abajo y continúe haciéndolo; las oscilaciones no aumentarán ni disminuirán (fig. 13 c). Finalmente, como se indica en la figura 13 d), las oscilaciones pueden aumentar hasta que el planeador cabree en forma empinada y entre en pérdida. En este último caso decimos que el planeador es dinámicamente inestable, aunque estáticamente es estable porque trata de efectuar la corrección. Todo lo dicho, por supuesto, supone que el piloto no hace nada para corregir el vuelo del planeador sino que lo abandona a su suerte.

Hemos supuesto que el centro de gravedad del planeador permanece fijo en un lugar. En la práctica puede variar ligeramente según el peso de cada piloto, y el movimiento del centro de gravedad tiene un gran efecto en la estabilidad con respecto al eje transversal. Cuando se desea obtener el certificado de aeronavegabilidad de un planeador deben hacerse varios ensayos para encontrar las distintas posiciones del centro de gravedad donde estabilidad y equilibrio resultan satisfactorios y esta gama de posiciones del centro de gravedad se especifica en el documento respectivo. Puede ser lamentable para un piloto volar un planeador con una carga que exceda los límites impuestos por el centro de gravedad. Para evitar consecuencias lamentables cada planeador tiene en su cabina una indicación que establece los pesos máximo y mínimo del piloto, cuándo puede llevarse lastre y bajo qué circunstancias.

Un planeador es más eficiente si puede ser dispuesto para que a su velocidad de mínimo descenso o a la de su óptimo planeo (generalmente son distintas pero muy próximas), la presión en el plano de cola sea mínima, desde que toda carga en la cola implica una pequeña resistencia. Lo mejor de todo, por supuesto, es la situación ideal en la que no hace falta carga alguna en la cola. Si usted compra un planeador lo mejor será que ubique la exacta posición del centro de gravedad con usted a bordo y, si esto no coincide con la posición del centro de presión a las velocidades indicadas, equilíbrelo mediante un pequeño lastre cuidadosamente ubicado. Algunos fabricantes especifican la posición ideal del centro de gravedad, lo cual le evitará una cantidad de cálculos.

Hay unos pocos planeadores que tienen lo que se conoce como elevadores de péndulo. En este sistema todo el elevador se mueve cuando se lleva la palanca hacia atrás o hacia adelante y no hay un plano fijo. La estabilidad en el plano transversal en este tipo de planeadores es un problema muy complejo y depende de muchas cosas, de las cuales no es la menor la fricción en el circuito de control del elevador. En algunos tipos más recientes de planeadores el elevador de péndulo ha reaparecido bajo una nueva forma. Aquí se ubica un pequeño plano o planos en el borde posterior el cual altera completamente la situación. Estas superficies se mueven en la misma forma que el elevador, es decir, hacia arriba cuando el elevador se mueve hacia arriba y viceversa. De esta manera, el elevador es autoestable desde que si el piloto lo mueve hacia arriba, esta superficie adicional tiende a bajarlo nuevamente. Mediante la alteración del sistema de conexión de estas superficies la estabilidad puede hacerse tan grande o pequeña como lo desee el diseñador. Generalmente la posición de estos planos respecto al elevador puede ajustarse desde la cabina y entonces el dispositivo trabaja con un compensador.

Todos los planeadores son estables con respecto a la guiñada. Si no lo fueran tenderían a girar y volar hacia atrás. La estabilidad es gobernada por dos cosas. Primero, la cantidad de superficie ofrecida a una corriente de aire que ataca a un planeador desde un lado y segundo y más importante, dónde se halla ubicada dicha superficie con respecto al centro de gravedad del planeador. Imaginemos un planeador en vuelo normal; algo lo hace girar hacia la izquierda sin inclinarse, de tal manera que el aire en lugar de atacar al planeador de frente lo hace en cierto ángulo del lado derecho. Esto provocará un incremento de la presión en las superficies expuestas al ataque de la corriente de aire y probablemente alguna disminución de la presión sobre el otro lado. El planeador, por lo tanto, tiende a producir una aceleración lateral hacia la izquierda. Pero esto no es todo; las superficies laterales ubicadas delante del centro de gravedad, tales como la nariz del planeador, cabina, etc., al ser empujadas hacia la izquierda tienden a hacer virar al planeador aun más hacia la izquierda, mientras que las superficies ubicadas detrás del centro de gravedad, como la parte posterior del fuselaje, timón, etc., tienden a hacer girar el planeador hacia la derecha, es decir, a enfrentarlo con la corriente de aire. Adviértase que no es sólo la superficie expuesta a la corriente de aire sino su proximidad al centro de gravedad lo que gobierna en gran medida el efecto de guiñada. El timón de dirección se encuentra más lejos del centro de gravedad, por lo que su efecto de palanca es mayor y, en la práctica, el plano fijo vertical y el timón de dirección en mayor o menor medida gobiernan la estabilidad en el plano de rotación vertical. Sin embargo, un plano fijo y un timón de dirección pequeños en el extremo de un largo fuselaje pueden tener mucho más efecto corrector que un plano vertical y un timón de dirección grandes en un fuselaje corto. La forma del fuselaje también tiene su efecto, porque si pensamos en el fuselaje como en un largo y delgado perfil ubicado verticalmente, advertiremos que el centro de presión en el costado del fuselaje se desplazará ligeramente para ángulos de   ataque lateral variables, exactamente de la misma manera que el centro de presión de un ala se desplaza con los distintos ángulos de ataque. Podemos, sin embargo, lograr una situación en la que un planeador es absolutamente estable para ángulos de guiñada de alrededor de 6º a 7º, pero que es casi de estabilidad neutra para pequeños ángulos de 1º a 2º. Un planeador o un avión a motor con este tipo de estabilidad de giro es algo irritante para volar porque continuamente oscila unos pocos grados de un lado a otro mientras vuela. Por suerte, raramente encontramos este tipo de comportamiento en estos días.

No obstante, resulta importante advertir que si en un planeador se lleva a cabo alguna modificación que afecta su área lateral, tal corno instalar una cabina cerrada en lugar de una abierta, seguramente se verá afectada la estabilidad de guiñada. En resumen, debemos tener estabilidad de guiñada y todos los planeadores la tienen. Podemos disponer de esta condición en gran medida y veremos sus consecuencias enseguida.

Hemos dejado para el final lo relativo a la estabilidad lateral o en rolido porque es más complicada que la estabilidad en los otros dos ejes. Como antes, un planeador que es estable en el rolido tratará de volver por sus propios medios a su posición anterior. Si un ala está volando normalmente, es decir, no se halla en pérdida, y tratamos de hacerla rolar, el ala que se desplaza hacia arriba se encontrará volando a un ángulo de ataque reducido y el ala que se está desplazando hacia abajo estará volando a un ángulo de ataque incrementado mientras tiene lugar el rolido. Esto significa mayor sustentación para el ala que se desplaza hacia abajo y menor para la que se está elevando, lo cual tiende a detener el movimiento. Cuanto más rápido sea el rolido más fuerte será la acción opuesta. Este efecto se hace presente sólo cuando el ala está rolando. Una vez que el movimiento de rolido se ha detenido ya nada hará que el ala vuelva a su posición anterior. Simplemente este efecto trata de detener todo movimiento de rolido. Incluso esto sólo se produce cuando el ala no está en pérdida.

Investigaremos la situación que tiene lugar cuando el ala entra en pérdida en el capítulo relativo a pérdidas y tirabuzón. Por lo tanto podemos afirmar que un ala que no se encuentra en pérdida resiste todo movimiento de rolido. Esto no es del todo ventajoso. La estabilidad requiere que el ala vuelva a su nivel cuando ha tenido lugar un rolido de pocos grados.

Si un planeador rola unos pocos grados y la máquina no vira, deslizará hacia el lado del ala más baja. Si debido al deslizamiento el centro de presión de la fuerza lateral del planeador se encuentra bien por encima del centro de gravedad del velero, éste mostrará tendencia a rolar en sentido inverso. Esta fuerza, sin embargo, no es muy grande y su centro de presión raramente se encuentra ubicado muy arriba del centro de gravedad, por lo que la acción de palanca es pequeña y no podemos descansar solamente en ella para provocar un movimiento de rolido que lleve otra vez el aparato a su nivel anterior. En casos especiales era útil, como en algunos planeadores primarios. En estas máquinas el ala era alta y el centro de gravedad bajo, y además el plano en forma de A ubicado sobre el ala, que soportaba los cables tensores, se encontraba entelado. Si una máquina de este tipo deslizaba, el aire que atacaba esta superficie en forma de A desde un costado tenía un considerable efecto corrector, desde que la fuerza se encontraba bien por encima del centro de gravedad.

No desearnos volar primarios por el resto de nuestras vidas, por lo que se necesitaba algo mejor y el método  más  usual  para obtener buena estabilidad en el rolido es dar a las alas un poco de diedro. El ángulo diedro es el que forma el ala con relación a una línea horizontal cuando el planeador se encuentra nivelado. Esto se ilustra en la figura 14 y muchos planeadores tienen un pequeño ángulo diedro.

Figura 14

La manera en que esto trabaja es obvia. Si un planeador rola levemente y no vira, deslizará hacia el ala baja (fig. 15). Hemos dicho eso antes, pero lo repetirnos porque es muy importante. Tan pronto como desliza, el ala baja está  volando a un ángulo de ataque mayor y produce más sustentación, mientras que ocurre exactamente lo contrario en el ala elevada. Esto produce un efecto de rolido, el cual persiste mientras hay algún deslizamiento, es decir, hasta que el ala está otra vez nivelada. Si usted encuentra alguna dificultad en comprender esto imagine un planeador como el de la figura 15, pero con un ángulo diedro exagerado, deslizando, y el efecto será mucho más claro.

Figura 15

 Otro recurso que ayuda a lograr estabilidad en el rolido es el de dar a las alas una cierta flecha positiva.

Figura 16

Esto se muestra en la figura 16, la cual indica asimismo la forma en que trabaja. El planeador está guiñando hacia la derecha y resulta claro que el ala izquierda penetra en la masa de aire correctamente, mientras que la derecha (superior en la figura) lo hace con un cierto ángulo. Hay, por lo tanto, mayor sustentación en el ala izquierda que en la derecha y el planeador gira en sentido contrario hasta que la guiñada desaparece.

La flecha positiva también da una mano en la estabilidad de guiñada desde que el ala izquierda presenta al aire un área frontal mayor que la derecha, por lo que ayuda a las superficies verticales de cola a virar el planeador y enfrentarlo nuevamente en la dirección de vuelo original. Esta flecha positiva tiene que ser pronunciada para que sus efectos sean importantes, lo cual involucra algunos problemas de diseño. Los largueros de las alas no se unen en el medio y las alas producen un efecto de torsión en la conexión de la raíz. Todo ello significa estructura extra y peso adicional para soportar estas fuerzas. La flecha positiva no se utiliza mucho en los planeadores actualmente, excepto en algunos diseños de alas volantes. En estos casos la flecha positiva es tan grande que las puntas de las alas están lo suficientemente atrás como para actuar como estabilizadores. En realidad, en lugar de no tener cola estos planeadores tienen dos colas.

Cualquiera sea el sistema o combinación de sistemas que utilicemos para obtener estabilidad de rolido, hay un hecho inmutable. No habrá efecto de corrección para volver un planeador a su nivel horizontal hasta que el planeador deslice. Entonces las fuerzas entran en juego y nivelan las alas nuevamente.

Aquí es cuando comienzan los problemas porque tan pronto como el planeador desliza, la estabilidad de guiñada se ve afectada y los planos verticales de cola hacen su tarea para encarrilar al planeador enfrentándolo al viento relativo. Esto significa que la estabilidad en rolido y en guiñada se encuentran actuando en forma conjunta y si una de ellas actúa mucho puede destruir a la otra. Por ejemplo, supongamos que tenemos un planeador con buena estabilidad de rolido y una fuerza excepcional de estabilidad de guiñada y permitimos que este planeador role hasta una inclinación de hacia la derecha. Después de un segundo o dos se producirá un apreciable deslizamiento hacia la derecha y la estabilidad de rolido comenzará a actuar para volver a nivelar las alas. Antes de que esto pueda ocurrir, la fuerte estabilidad de rotación comenzará a hacer girar el planeador hacia la derecha y una vez que la máquina comienza a girar, el ala izquierda, ubicada en la parte exterior del viraje, se encontrará desplazándose más rápido que la derecha. Hay mayor sustentación en el ala izquierda y menos en la derecha, de tal manera que el planeador rola más hacia la derecha, desliza más hacia la derecha y el efecto se hace presente. Asimismo, la estabilidad de guiñada, en una enérgica tendencia a mantener el planeador enfrentado al viento relativo forzando la nariz a girar hacia la derecha, ahora empuja la nariz por debajo del horizonte debido al ángulo de inclinación. La velocidad se incrementa y ahora la estabilidad en el eje transversal entra en el conflicto tratando de empujar la nariz hacia arriba, desde que el planeador está bien inclinado, y todo lo que puede hacer es aumentar el giro. Esto lleva a una espiral descendente a alta velocidad. Por lo tanto, resulta claro que si la estabilidad en los tres planos no se encuentra equilibrada podemos llegar a lo que se conoce como inestabilidad en espiral, aunque el planeador sea estable en cada uno de los tres planos, separadamente.

Una excesiva estabilidad en cualquiera de los tres planos es entonces algo que debe evitarse. Excesiva estabilidad en el eje transversal lleva frecuentemente a una inestabilidad dinámica y también significa que se necesita mayor movimiento de los controles para que el planeador supere su estabilidad en ese plano.

Una excesiva estabilidad de rolido implica pobre respuesta de los alerones, los cuales ofrecerán una gran resistencia o efecto secundario mientras que, como liemos visto, mucha estabilidad de guiñada puede significar inestabilidad en espiral. Afortunadamente, además de todas las demás cualidades, el diseñador puede proporcionar la cantidad exacta de estabilidad en cada uno de los tres planos, para permitir un vuelo fácil y controles ligeros.
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Última modificación: 26 de Febrero de 2006