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Club de Planeadores Los Caranchos

Aeródromo:  Ruta Provincial C-45  -  ALTA GRACIA  -  Departamento Santa María  -  Provincia de Córdoba  - República Argentina


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LA ATMÓSFERA Y LA RESPIRACIÓN

Keith E. E. Read (1981)

Definiciones ] Hipoxia e Hiperventilación ] [ Temperaturas y Descompresión ] Sistemas de Oxígeno ] Detalles esenciales ]

TEMPERATURAS AMBIENTES Y
ENFERMEDAD DE LA DESCOMPRESIÓN

Temperaturas ambientes

El piloto de aviones ligeros, con su cabina caldeada y su techo de servicio relativamente bajo, es poco probable que caiga víctima de la exposición a bajas temperaturas, a menos que sobreviva a un choque en un terreno montañoso elevado. Pero el piloto de planeador, sin calor en la cabina y en un aparato capaz de aprovechar corrientes ascendentes hasta 40.000 pies (12.000 m) o más, está muy expuesto a este peligro, que puede llevar a debilidad ocasionada por la baja temperatura (hipotermia) o ser responsable de la formación de hielo en un equipo inadecuado de oxígeno.

Los factores que tienden a elevar la temperatura de la cabina por encima de la del aire exterior son:

La energía cinética de fricción, inducida por el avión al atravesar el aire. Esta fuente térmica sólo es apreciable en vuelos a gran velocidad y está dada por la fórmula:

T = 0,35 x V2 / 100

siendo T el aumento de la temperatura en º C y V la velocidad indicada del aire.

La energía solar, que produce el efecto de invernadero, es de mucha mayor importancia para los pilotos de aviones ligeros y de planeadores. La radiación solar de más corta longitud de onda atraviesa los elementos transparentes de los aviones, es vuelta a radiar y queda encerrada en la cabina en forma de radiación térmica de onda larga.

Tabla2
Temperatura del aire ambiente en función de la altitud

Altitud
(pies)

Temperatura
(º C)

A nivel del mar

15

5000

5

10000

-5

15000

-15

20000

-24

25000

-34

30000

-45

35000

-55

40000

-55 o más según la altura de la tropopausa

En la Tabla 2 se dan las temperaturas que más probablemente pueden encontrarse a diferentes altitudes. La pérdida de calor del cuerpo debida a la radiación, como consecuencia de bajas temperaturas ambientales, dependerá de:

 (a) la temperatura absoluta.

 (b) el volumen de aire que pasa sobre el cuerpo, el cual, a su vez, será función de la velocidad de la corriente de aire y de la duración de la exposición.

 (c) la eficacia de los trajes protectores.

 La congelación es un ejemplo de daños causados al tejido por el frío que pueden experimentar los pilotos de planeadores al ascender en ondas de montaña hasta alturas en las que la temperatura del aire puede llegar hasta los -50º C. El efecto de esas temperaturas tan bajas es, inicialmente, el de reducir el ritmo de la circulación sanguínea por los vasos capilares, lo que hace que la piel palidezca, los músculos se endurezcan y las partes afectadas queden entumecidas. La congelación ataca más principalmente a los dedos de las manos y los pies, pero también pueden quedar afectados la cara y los oídos. En tales condiciones, el daño infligido a los tejidos es casi el mismo que el resultado de una exposición a un frío extremo durante un breve período de tiempo (de 20 a 30 minutos). La pérdida repentina de la cubierta de la cabina puede ocasionar un daño extensivo en la piel de la cara, resultando en quemaduras similares a las asociadas con las quemaduras de segundo grado.

Todos los casos de congelación exigen la intervención del médico y el moderno concepto de tratamiento implica el caldeo inmediato de los tejidos afectados, mientras se resuelve el traslado al hospital. Las partes afectadas deben sumergirse en agua que esté a una temperatura comprendida entre 42 y 45º C. De no ser posible conseguir agua caliente y carecer de otra fuente de calor, conviene colocar las partes afectadas bajo la axila o en las ingles.

La protección contra la congelación puede obtenerse mediante ropas adecuadas, que proporcionen un aislamiento apropiado. Como el aire es un mal conductor térmico, deberá cubrirse el cuerpo con varias capas de tejidos, cada uno de los cuales quede a su vez emparedado entre dos capas de aire inmóvil. Los tejidos de lana, que son porosos al sudor deberán colocarse junto a la piel, porque, en el caso de que se formase una capa de transpiración alrededor del cuerpo, se estropearía el aislamiento, dada la alta conductibilidad térmica del agua. Las cabezas y los oídos irán cubiertos por un casco de vuelo, protegiendo la cara con una máscara a la que va unida la fuente de oxígeno. La hipoxia hará que el piloto sea más propenso a la congelación. Las manos deberán protegerse por dos o más pares de guantes de lana pura que cubran la muñeca pero dejen a los dedos libertad de movimientos. Habrá que usar botas forradas de vellón, especialmente calentadas y secas, que deberán ser lo suficientemente grandes para permitir el libre movimiento de los dedos de los pies. Estos irán embutidos en varios pares de calcetines o medias de lana, especialmente calentados y secos para la ocasión. Por último, si el terreno está húmedo, el piloto deberá ser llevado al planeador en un vehículo, para evitar la posibilidad de que las botas queden cubiertas de una capa exterior de humedad.

Enfermedad de la descompresión

 Esta situación se debe al nitrógeno disuelto en los fluidos de los tejidos, que se desprende en forma gaseosa como consecuencia de una baja presión atmosférica, de modo parecido a como se forman las burbujas de un sifón al abrir el grifo y dejar que disminuya la presión. Esta condición, que no es probable se deje sentir por debajo de los 25.000 pies (7.500 m), aunque a veces se ha presentado en 14.000 pies (3.200 m), dependerá de lo que haya durado la exposición a la presión atmosférica reducida.

Los síntomas varían con la cantidad de burbujas formadas y los tejidos afectados. Por lo general, las partes primeramente atacadas son los espacios de las articulaciones y los músculos, dando origen con ello a rigidez articular y dolores parecidos a los del reumatismo en los músculos. Cuando quedan afectados los músculos del tórax, la infortunada víctima sufre una sensación dolorosa de choque.

En el caso de que las burbujas se formen en la sustancia de la médula espinal o del cerebro, puede aparecer una sensación de hormigueo (parestesia) o una parálisis, bien temporal, bien permanente.

Condiciones que pueden aumentar la susceptibilidad a
la enfermedad de la descompresión

Edad

Hay una clara evidencia de que !a susceptibilidad a la descompresión aumenta con los años. Parece ser que dicha susceptibilidad va creciendo poco a poco con la edad y que hay un aumento marcado incluso en el extremo inferior de la escala (grupos de edad de 17 a 25).

Obesidad

La evidencia demuestra claramente que la obesidad aumenta la sensibilidad a la enfermedad de la descompresión, hasta el punto que los pilotos de aviones que puedan volar a grandes altitudes no deberán dejar que su peso exceda del 15 % de la cifra correspondiente a su edad-altura-peso.

Rapidez de ascensión

En los aviones no presurizados deberán evitarse las ascensiones demasiado rápidas.

Ejercicio

El ejercicio  tiene un gran efecto sobre la susceptibilidad a la descompresión y las partes del cuerpo mas implicadas en el serán las que tienen mas probabilidad de ser sede de síntomas. Esto explica por qué la espalda v sus articulaciones, así como los músculos superiores del brazo, son los lugares más frecuentemente asociados con los síntomas debidos a esta dolencia.

Fatiga

Acuéstense pronto la noche antes de intentar batir el récord mundial de altura en planeador.

Alcohol

Entre el último trago y el momento de elevarse deben transcurrir por lo menos doce horas.

Reexposición

La reexposición a la descompresión, dentro de un período de 24 horas, llevará a una mayor susceptibilidad a la dolencia. Se está de acuerdo en general en que han de transcurrir 48 horas antes de volver a exponer al piloto a los peligros de una situación grave de este tipo.

Vuelo y buceo

No es conveniente volar dentro de las 48 horas siguientes a un buceo a profundidades acuáticas superiores a los 10 m (dos atmósferas absolutas), dado que la reducida presión parcial de nitrógeno propia de la altitud aumentará la susceptibilidad a la descompresión. Este peligro es bien conocido de las tripulaciones de la aviación civil que pueden verse tentadas a disfrutar de este excitante deporte mientras descansan en alguna estación de la ruta. De acuerdo con el nivel de vuelo que se siga, la mayoría de los pilotos civiles mantienen una presión de cabina equivalente de 5.000 a 8.000 pies (632 a 565 mm Hg.). El autor, como miembro de la Royal National Life Boat Institution ha tenido que ocuparse en los últimos años del tratamiento inmediato de los casos que se han producido entre los buceadores profesionales que trabajan en la costa noroeste de Cornualles. Estos hombres, gravemente enfermos, tuvieron que ser transportados unas 80 millas (unos 130 Km.) hasta Plymouth para su tratamiento en cámaras hiperbáricas manejadas por la Royal Navy en su Escuela de Buceadores de Devonport. Como la rapidez es esencial, muchos se transportan en helicóptero por la Royal Navy S.A.R. (búsqueda y rescate), y hay que tener un gran cuidado de volar muy bajo -todo lo permitido por la propia seguridad-, con el fin de asegurar que su situación, grave por si, no se agrave más aún como consecuencia de los dañinos efectos de la altitud.

Acción que debe emprenderse para reducir la posibilidad del mal de descompresión

Al ascender en las condiciones propias de las corrientes de montaña conviene respirar previamente oxígeno puro al nivel del despegue con el fin de eliminar la mayor cantidad posible de nitrógeno de la sangre.

Tratamiento del mal de descompresión

Los dolores pequeños de las articulaciones suelen desaparecer si se baja a una menor altitud. Aquí la mayor presión atmosférica hará que el nitrógeno se vuelva a disolver en los fluidos tisulares. Si persisten los síntomas después del aterrizaje o aparecen dentro de las 24 horas siguientes a un vuelo a gran altura habrá que llamar al médico inmediatamente, trasladando al enfermo a un hospital provisto de cámara de descompresión. La prevención y el tratamiento de la descompresión y sus efectos tiene que tomarse en serio, porque a episodios aparentemente triviales suele seguirlos la muerte. Volver Arriba
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Última modificación: 26 de Febrero de 2006