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Club de Planeadores Los Caranchos

Aeródromo:  Ruta Provincial C-45  -  ALTA GRACIA  -  Departamento Santa María  -  Provincia de Córdoba  - República Argentina


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Manual del Vuelo a Vela
Wolf Hirth
1942

La ascendencia de ondulación

por PAUL STEINIG

Además de las ascendencias orográfica, térmica, de nubes y de frente tormentoso, que el piloto de velero tiene como medios de volar a vela bien probados y garantizados, va tomando cada vez más importancia otro manantial de ener­gía utilizable para el vuelo: la ascendencia de ondulación del aire, que en la escuela imperial de vuelo a vela de Grunau, en los Montes Gigantes, está siendo utilizada desde hace dos años de un modo sistemático, especialmente para vuelos de altura. También ha dado sus frutos en el vuelo de distancia por medio del razonamiento sencillo de que si detrás de los Montes Gigantes se podía conseguir una altura de 2 a 3000 m., un buen velero de concurso podría transformar esa altura en distancia por simple planeo, y así en 1936 se consiguió un vuelo de 81 km. empezando por alcanzar unos 1400 m. de altura sobre el punto de salida.
Las observaciones hechas en Grunau sobre el movimiento ondulatorio del aire han hecho ver que éste depende: de la forma del obstáculo por encima del cual pasa el aire, espe­cialmente de su forma en sotavento (lado opuesto a donde viene el viento) ; de la velocidad y del terreno que sigue al obstáculo. Una ladera empinada y una corriente fuerte au­mentan la magnitud de la desviación y determinan así el valor de los primeros ángulos de proyección y de caída (Se refieren estas designaciones a los ángulos que las trayectorias de las partículas de aire forman con la horizontal; la rama ascendente de la onda forma con la horizontal el ángulo de proyección, análogo al de proyección al dis­parar una pieza de artillería. La rama descendente de la onda forma un ángulo con la citada horizontal, que es el de caída. Este ángulo caracteriza la forma de la primera onda recorrida por los filetes de aire al salir del obstáculo. - N. del T.) (fig. 115), mientras que el terreno que sigue influye sobre la formación del oleaje. Cuando la fuerza del viento tiene oscilaciones, se producen también pequeñas traslaciones de las zonas de ascendencia y precisamente en el sentido de acer­carse la ondulación al obstáculo cuando la velocidad del viento aumenta, acortándose entonces la longitud de onda, mientras que al disminuir el viento la ondulación avanza y la longitud de la onda es mayor. El terreno inmediato influye, contribuyendo a la formación de las ondulaciones cuando es lo más llano posible y sin grandes obstáculos que podrían perjudicar esa formación.
Según esto, lo importante para el piloto es llegar a cono­cer dónde « está » la ascendencia detrás de la montaña y si será suficiente para volar a vela.

Fig. 115. Formación de oleaje aéreo detrás de las montañas elevadas

 Para esto hay una indicación que da idea de las propor­ciones del movimiento ondulatorio, como sucede, por ejem­plo, en los Montes Gigantes; una señal excelente y nunca falsa: la formación de nubes a sotavento del obstáculo. Si la ondulación es tan pronunciada que las cúspides de las ondas entran en el nivel de condensación, se produce la nu­bosidad típica de la ondulación del aire; nubes paralelas al obstáculo en forma de banco estacionario con borde anterior recortado y deshilachado el posterior. Muchas veces son varios los bancos paralelos que se producen, a distancias iguales, poco más o menos, unos de otros, y con ello están indicando al piloto que allí están los vértices de la ondulación. A continuación del obstáculo y delante de la nube está siem­pre la región ascendente de la onda; detrás de la nube, la descendente. Muchas veces la nube misma no representa el nivel más alto de la ondulación y volando delante de ella, en algunas circunstancias favorables, se puede llegar aún a mayor altura.
La técnica del vuelo con apoyo en una ascendencia ondu­latoria es distinta que la empleada en la ascendencia térmica. Como la ondulación representa una ascendencia inmóvil con relación al terreno y no se traslada a pesar de que el viento pueda ser todo lo violento que se quiera, cosa que no ocurre con las térmicas y las de tormenta, no hay por qué emplear el método de la virada en circulo (fig. 116).
Para llegar a un campo de ascendencia ondulatoria hay que empezar por hacerse remolcar por avión contra el viento para, caso de faltar la ascendencia poder volver al lugar de partida. Para llegar a la mayor altura que sea posible conseguir, se vuela, después de desembragar, siempre en línea recta hasta que ya no se suba más. Si el viento es muy fuerte, con ese vuelo se cortarán las líneas de nivel como si se subiese en un ascensor hasta llegar a la mayor altura posible en ese lugar. Si el aparato ya no sube más y todavía se ve la nube detrás del avión, se empezará a virar en círculo, puesto que la mayor altura posible sólo puede alcanzarse volando hacia atrás hasta poco antes del vértice. Llegado a éste, habrá que poner proa al viento si se quiere conservar la altura conseguida. Si el viento es muy fuerte, es casi mejor llegar a la mayor altura con vuelo lento y paso de cangrejo, dejándose llevar hacia atrás hasta conseguir la cúspide de la onda.

Fig. 116. Técnica del vuelo en la ascendencia de oleaje aéreo

La táctica después de haber conseguido la altura máxima depende del objeto del vuelo. Para un vuelo de duración lo mejor es volar a lo largo de la cresta de la onda paralelamente al obstáculo, yendo y viniendo en toda su longitud. Por el contrario, si lo que se persigue es un vuelo de altura, una vez conseguido el fin, se volará en la zona descendente de la onda, con lo que en el tiempo más corto posible se habrá llegado otra vez a la madre Tierra, sin necesidad de que el avión sufra el exceso de fatiga que supone descender picando. Por otra parte, los 4 ó 5 m. de la ascendencia detrás de los Montes Gigantes, que es su intensidad corrientemente, no se vencen así como así, con sólo picar. Un vuelo de distancia con el viento de popa, utilizando lo más posible una cresta de ondas, se hace poco más o menos, como sigue: se empieza por llegar hasta la primera onda, como se ha dicho para el caso de vuelo de altura, y, una vez conseguida la altura máxima, se vuela en dirección a la onda inmediata. Si la velocidad de vuelo es la del aire, se seguirá el filete correspondiente a la cresta alcanzada y así, si la onda siguiente es suficientemente peraltada, hasta se podrá llegar a la capa de aire que corresponde a la cresta de esa onda, a la que se llegará virando otra vez en círculo y esca­lando así su altura. Pero si las ondas siguientes fuesen más rebajadas, se llegará a la próxima ascendencia al nivel de una capa más baja que la correspondiente a la cresta y habrá que ponerse proa al viento antes de iniciar la subida a la cresta con la virada en círculo, siendo necesario ahora tan­tear y buscar los sitios convenientes, repitiendo la maniobra, hasta que finalmente se alcance la nueva onda en la cual el variómetro deberá indicar cero. Desde aquí se iniciará el planeo con el viento de popa hasta el punto en que se dé la virada última para el aterrizaje. Se ve, pues, que las circunstancias que concurren en el aprovechamiento de la ascendencia de ondulación en la atmós­fera están perfectamente conocidas después de los años que se lleva ya explotándola. Estas ascendencias no se presentan solamente en los Montes Gigantes, pues también existen detrás de los Montes « Eulen », de las crestas del « Landes­hutter » y de las « montañas Bob-katzbach », que cierran el valle de Hirschberg por el SE, y NE., las últimas sólo 250 a 300 m. más altas que el valle inmediato, en todas las cuales se ha volado a vela y a veces en la primera, segunda y ter­cera onda. Igualmente es posible el mismo modo de volar en otras montañas de Alemania (No solamente se presenta el fenómeno de la nube Moazagotl en Alemania; es un fenómeno general sobre muchas cordilleras, de formación de nubes lenticulares con arreglo a lo que explica en el capitulo siguiente el Dr. Höhndorf. Sin ir más lejos, el que esto escribe ha observado las nubes de ese tipo a lo largo de la cordillera Carpeto-Vetónica y en particular sobre la sierra de Gua­darrama, habiendo visto claramente en algún caso cuatro ondas, de las cuales la cuarta estaba sobre la vertical de Madrid.

Fig. 117. La nube « Moazagotl » en los Montes Gigantes

WEGENER relata haberlas observado en Groenlandia. En Italia se conoce esta nube con el nombre de « contessa dal vento ». - N del T.). Precisamente la ascen­dencia de ondulación da ocasión para volar en el tiempo en el que no hay que contar con la térmica ni con las tormentas, y con ella se pueden hacer buenos vuelos de altura y de dis­tancia. Cuando en primavera y otoño soplan los vientos Fohn (Se llama así a un viento recalentado que sopla en una localidad de los Alpes y cuyo nombre, al reconocerse después la existencia de este viento en otros muchos lugares, se ha hecho general y se ha extendido a todas las lenguas cultas. La causa del recalentamiento es la descensión a lo largo de las faldas de mon­tañas que son de mucha altura para que la compresión adiabática del aire produzca ese efecto.- N. del T.) y « del rastrojo » es el tiempo propio para volar en ondulación.
Pero cedamos el sitio libre a los meteorólogos del Vuelo sin motor, para que hablen de este asunto a los pilotos.
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Última modificación: 26 de Febrero de 2006