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Club de Planeadores Los Caranchos

Aeródromo:  Ruta Provincial C-45  -  ALTA GRACIA  -  Departamento Santa María  -  Provincia de Córdoba  - República Argentina


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LA ATMÓSFERA Y LA RESPIRACIÓN

Keith E. E. Read (1981)

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HIPOXIA E HIPERVENTILACIÓN

Hipoxia

El hombre, que carece de medios por los cuales poder almacenar oxígeno, necesita un aporte constante y apropiado de él para mantener su metabolismo. El cerebro, el sistema nervioso y los órganos sensoriales (sistema nervioso central) son particularmente sensibles a la falta de oxígeno (hipoxia). El término hipoxia, que será el usado en todo este libro, se confunde a veces con anoxia, que en realidad significa ausencia total de oxigeno.

El Dr. Paul Bert, francés, fue el primero en adentrarse en la investigación de la medicina aplicada a la aviación, investigando los efectos de la hipoxia mediante experimentos que llevó a cabo produciendo bajas presiones atmosféricas en una cámara de descompresión. Ese mismo año, tres de sus colaboradores ascendieron en globo a 28.000 pies (unos 8.500 m) y sólo uno, Tissandier, sobrevivió a la experiencia y vivió para poder describir de modo gráfico los síntomas y señales de la hipoxia. Sus palabras siguen siendo hoy tan válidas como hace cien años:

“Y llego a los terribles momentos en que quedamos vencidos por la acción terrorífica de la reducción de la presión. A 22.900 pies (unos 7.000 m) ... me invade el sopor. Escribo a pesar de todo ... aunque no tengo una clara conciencia de la escritura. Seguimos subiendo. A 24.000 pies (7.400 m) la situación de sopor que me invade es extraordinaria: el cuerpo y la mente se van haciendo cada vez más débiles... no hay sensación de sufrimiento. Al contrario, se siente una euforia que todo lo invade, una alegría interior. No se tiene conciencia de la situación peligrosa en que uno se encuentra: se sube y se alegra de seguir subiendo. Pronto me encuentro tan débil que no podría mover la cabeza para mirar a mis compañeros... He querido gritar que nos encontramos a 26.000 pies (8.000 m), pero mi lengua estaba paralizada. Súbitamente caí impotente y perdí toda memoria."

Un relato más reciente, pero igualmente dramático de hipoxia fue el proporcionado por el navegante de un bombardeo Halifax, tras regresar de una misión de bombardeo sobre Europa en la Segunda Guerra Mundial. El avión había estado volando a altitudes de 18.000 a 24.000 pies (5.500 a 7.300 m) y durante un período de dos horas el piloto había sufrido de hipoxia, debido a un fallo de su equipo de suministro de oxígeno, mientras navegaban a 20.000 pies (6.000 m). El navegante escribió:

"El capitán se volvió muy charlatán, pero rechazaba cualquier sugerencia de que se comportaba de modo anormal. Al ver el marcador titilando sobre el blanco se dio cuenta de que no podía separar los ojos de él y obligó al aparato a un picado. Después, decía que sólo podía leer las cifras grandes del panel de instrumentos y que le parecían muy lejanas. Cuando comprendió que el aparato estaba fuera de control. el mecánico tomó el mando. El piloto se dio por ofendido e insultó al mecánico. A continuación dió orden de que nos lanzásemos en paracaídas, que nosotros anulamos. Abrió la ventana para mirar afuera v no se cayó porque el mecánico pudo sujetarlo. Dijo que se sentía muy feliz y que no tenía sentimiento alguno de miedo, aunque intentó   aterrizar en una nube, creyendo que estaba cerca de tierra. En una ocasión nos informó que estábamos bajo tierra. Después de obligarlo a tomar oxígeno con el casco de repuesto y su máscara. volvió a recuperar poco a poco sus sentidos y pudo volar hasta la base, aunque le dolía mucho la cabeza, dolor que le persistió después de aterrizar".

Ya incluso en altitudes tan bajas como los 4.000 pies (1.200 m), la visión nocturna empieza a fallar y se hace cada vez más difícil distinguir objetos poco iluminados de la cabina, en el aire y en la tierra. A 8.000 pies (2.400 m) la acuidad mental se reduce, en tanto que en altitudes por encima de los 10.000 pies (3.000 m) la disminución de la facultad de raciocinio se hace aparente a cualquier observador.

Los síntomas y signos de la hipoxia son muchos y variados, pero incluyen una reducción de la noción de las condiciones ambientales, una falta de apreciación del peligro, una aceptación eufórica de que todo está bien cuando en realidad el desastre está al alcance de la mano y el humor oscila entre la depresión que da paso a la hilaridad y lleva a la violencia física o a la somnolencia: un estado no muy diferente del borracho que puede decidir discutir o quedarse dormido reclinado en un sillón.

La hipoxia puede causar vértigos, atolondramientos y dolores de cabeza, y los labios, dedos de las manos y dedos de los pies pueden tornarse azules, debido a que la circulación sanguínea no consigue llevar el oxígeno suficiente para mantener bien oxigenadas las partes periféricas del cuerpo. Otros grados más fuertes de hipoxia causarán espasmos musculares, movimientos desordenados de brazos y piernas, fallos visuales y auditivos, semiinconsciencia y, finalmente. inconsciencia. Mientras se va estableciendo el estado de hipoxia, el aviador puede seguir sin darse cuenta de los síntomas de falta de respiración y pasar de la euforia a la inconsciencia sin comprender que hay algo que no va bien.

La susceptibilidad creciente a la hipoxia está causada por:

Frío

Recuerden que a 10.000 pies (3.000 m) la temperatura exterior es probable que esté a -5º C.

Fatiga

Un vuelo prolongado con instrumentos entre las nubes puede originar una acusada debilidad mental.

Alcohol

No beban cuando vuelen: vuelen primero y beban después.

Drogas

No tomen píldoras contra el mareo: muchas de ellas son sedantes mentales. Las “curas de frío" tienen el mismo efecto. No tomen anfetaminas tales como Dexedrina o Benzedrina para mantenerse despierto. Estas drogas disminuyen la sensación de peligro y, una vez que ha pasado su efecto, los vértigos y los dolores de cabeza pueden originar confusión mental.

Tabaco

El monóxido de carbono del humo del tabaco se combina con la hemoglobina en los hematíes formando carboxihemoglobina y reduciendo la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre. En el caso de grandes fumadores puede suceder que su altímetro biológico indique 8.000 pies (2.400 m) a pesar de encontrarse en el suelo.

Obesidad

Si pesan demasiado, comprueben sus calorías y pasen a una dieta rica en proteínas.

Hiperventilación

Se trata de un estado de sobrerrespiración, causado por el miedo, la excitación o la ansiedad. Sus síntomas pueden resultar difíciles de distinguir de los de la hipoxia y si a una determinada altitud sienten que sufren de hipoxia o hiperventilación, efectúen las siguientes pruebas:

 (a)       comprueben el indicador de contenido de la fuente de oxígeno

 (b)       comprueben el medidor de flujo;

 (c)       comprueben la tubería de oxígeno: puede estar desconectada;

 (d)       busquen fugas en la máscara.

Acciones que deben emprenderse

Si hay algo que no funciona bien en la fuente de oxígeno y no puede corregirse inmediatamente, bajen a una altitud más segura lo antes posible. Si no hay nada mal en la fuente de oxígeno, tranquilícense: lo que sufren no es hipoxia, sino hiperventilación. Esta, que ha sido originada por una respiración más rápida de lo normal, ha eliminado casi todo el bióxido de carbono de su cuerpo y bioquímicamente se han vuelto muy alcalinos. Este grado de alcalinidad ha sido precisamente el que les ha producido los síntomas, que cesarán en cuanto su respiración vuelva a ser más pausada y permita que el contenido de bióxido de carbono de la sangre recupere su nivel normal. Por consiguiente, hagan un esfuerzo consciente para respirar con suavidad y lentitud. Volver Arriba
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Última modificación: 26 de Febrero de 2006